Fotografía: @lunaa80
Confesó ser una ladrona de rosas. Tenía debilidad por las más tímidas, aquéllas que crecen en algun lugar sombrío de un parque antiguo, de ésos con aroma a mirto y a jazmín moruno. Cada noche y cada mañana contempla embelesada su belleza efímera. Le gusta exhibirlas individualmente en un frasco de cristal tallado. Las arranca aun húmedas, y con manos temblorosas las agarra fuertemente y las pasea por la calle dichosa. Abandona el parque con pasos firmes y decisivos, con mirada altiva y desafiante y con una sonrisa traviesa. Cree firmemente que las rosas trasmiten positivismo y ternura. Por éso las quiere consigo...
¡Qué bello! Gracias...
ResponderEliminarPrefiero ver las rosas en sus arbustos y dejarlas florear y marchitar a su ritmo... Pero la vida citadina quizá nos lo impide así que plantaremos un rosal para que florezca y nos regale este aroma a mirto y a jazmín moruno que tanto te gusta.
Kenza.
Yo también!! Pero cuando no tienes rosales ni jardín, me conformo con robarlas y, por supuesto, con tu dibujo.
EliminarFijate no me gustan las rosas
ResponderEliminarNo duran nada
se mueren tan rápido.
Antes las guardaba entre las páginas de poemas.
Hoy soy silvestre prefiero una planta o jazmines blancos
gracias por compartir tus ternuras con nosotros mil besos
Es cierto que mueren rápido. Eso los hace aun más bellas y mágicas. No da tiempo de absorber su belleza... Me gustan las rosas salvajes pero no las de invernadero, como las que venden en Recoleta o en la mayoría de las floristerías aquí en España. Gracias a ti Mucha!! Miles de besos.
EliminarQué buena historia,Ana!
ResponderEliminarY la fotografía también.
Te animo a seguir con este tipo de entrada.
Besos.
Me encanta que te haya gustado! He escrito otra. A ver q te parece!
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