Hay líneas oblicuas enderedor mía que confunden el horizonte, iluminado por una telaraña naranja muy fina con sabor a salitre. Reminescencia tal vez de la noche de lobos, en la que la luna se tiñó de naranja y Marte se acercó tanto a coquetear con ella que la luna se reflejó en él...
Hay sonrisas intermitentes, caricias tímidas. Sólo hay un mundo y en él sólo nosotros, No hay calles. La realidad no es sólo mía sino nuestra. Mis pasos son torpes y mi dependencia absoluta. De vez en cuando, entablo una conversación con algun desconocido. Es entonces cuando despliego mis alas y recupero el aliento.