Tan sólo al amanecer, sentí la ciudad mía. Recuerdo una luz preciosa, monocromática, invadiéndolo todo. Un gato tímido cruzando el puente de San
Carlos al ritmo de la bruma. Recuerdo los cisnes perezosos
escondiendo sus picos en sus frágiles alas. Los tejados húmedos. Recuerdo una mujer lánguida con un abrigo muy largo barriendo las calles y abriendo el paso a la niebla. Recuerdo un silencio sepulcral. Mi vaho. Y sobretodo recuerdo mis ganas de guardar esas sensaciones y escenas efímeras y llevarlas conmigo siempre.
que maravilla de entrada me has hecho feliz con tu visita abrazos inmensos
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