En una de esas tantas fiestas que camuflan a sus invitados, contemplo a un puñado de snobs nuevo ricos dirigir meticulosamente sus gestos, su voz y sus pasos. Uniformados de negro, tacones vertiginosos, purpurina, lentejuelas y gomina, viven y disfrutan de una noche más de cinismo, hipocresía y mentira...
El anfitrión y la decoración son exquisitos. Respiran un aire británico rara vez encontrado en Madrid. Hay óleos del XVIII en la cocina, una cocina pequeña, de madera blanca, sin pretensiones y elegantísima. Para el horror del 90% de los invitados, el suelo de madera cruje y las puertas chirrían al empujarlas.
Es esta casa nada es ostentoso, salvo la montaña de bolsos de marca amontonados en una preciosa banqueta de la entrada. Escribo sobre un baúl de Louis Vuitton antiguo, arrugado y viejo que muchas mujeres miran con asco y desprecio....
Hay un murciélago exquisitamente enmarcado en una pared del pasillo. Además de aportar, como otros tantos objetos, un toque gótico a la casa, desvela la identidad del anfitrión... que con un guiño me sonríe al verme comentarlo.
Simpatiquísimo anfitrión, maravillosa fiesta y un escenario inigualable. Gracias!
El gran Gastby...aysssss ese Robert Redford...
ResponderEliminar; )
Besos.
Ahora que leo el post completo...paralelismo entre esa fiesta y las que daba Gatsby (salvando las distancias cinematográficas).
ResponderEliminarSi el anfitrión era tan encantador como Robert Redford...no le pierdas de vista!
; )
Me encantan los suelos de madera que crujen...
ResponderEliminar; )
Y a mí! ;)
Eliminar